En esta cruzada que me he diseñado y construido (tú sabes, ¿no? ese día en que, en vez de comprarte una matica, te da por hacerle caso a la más estridente y desquiciada de tus personalidades múltiples, si total, ¿qué puede ser lo más loco que te diga… no sé, que demandes al Estado español? …, y aquí estamos dos años después, y no puedo estar más agradecido porque «habiendo yo sido ciego, ahora veo», Jn. 9:25)
He dedicado varias entradas a atacar la leyenda negra española, pero sobre todo desde la perspectiva del territorio, es decir, aportando pruebas que destierren la percepción de un estatus colonial para Cuba, que la propaganda separatista ha convertido en credo y mantra en perjuicio de todos. Mi objetivo es que descubramos una historia con la que expliquemos nuestra peculiar forma de ser de una manera más seria, más razonada, pero también más saludable.
Cuba es un invento español: nace dentro de España, en ella toma forma y esplendor. El cuento independentista quiere que matemos a España para así justificar echarla de Cuba. No puede ser que ese relato tan infantiloidemente mesiánico sea el único que nos explique como nación, y que, siendo tan mal relato, sea además defendido como dogma por sus propias víctimas en la más agonizante defensa del aire frito, el nuestro, el más lindo del mundo, y quien-tú-sabes que vibra en la montaña, y el otro que lo prometió, y no sé si se cumplió… en fin… Hoy, más-que-improbable lector, voy a comentar sobre las vidas de algunos de esos españoles nacidos en Cuba y que desempeñaron cargos de primera línea en el Estado español, y así echamos por tierra el absurdo de considerarnos ciudadanos de 4ª en el mejor de los casos, o totalmente preteridos en el peor de ellos, al tiempo que es nuestra obligación reconocerlos también como cubanos, cubanísimos, y cubanos que desde el civismo, la democracia, y la hispanidad (por fin, basta ya de machete) aportan un enorme caudal de valores para nuestra nacionalidad.
Podríamos comenzar con cualquiera de los títulos de Castilla concedidos en Cuba, comencemos con la nobleza más rancia, aquellos con señoríos o jurisdicción propia como el marquesado de San Felipe y Santiago o los condados de San Juan de Jaruco y Casa-Bayona, cuyos titulares eran el Justicia mayor de las villas de San Felipe y Santiago (luego Bejucal), Jaruco y Santa María del Rosario, respectivamente, porque fueron los fundadores de esas ciudades, agraciados con títulos en el siglo XVIII. Sobre estos títulos mucho podría decirse, sobre todo que constituyen una conexión entre la Corona y aquellas tierras donde son concedidos. Cuba recoge y abraza la tradición nobiliaria durante toda la república, y los títulos de Justicia mayor son reconocidos por tradición mientras los titulares residían en sus señoríos… ¡dos siglos después de la ley desvinculadora! España no es una parte fundamental de la cubanidad, España es de lo que estamos hechos los cubanos.
A pesar de la pérdida de nuestro patrimonio nobiliario es esperanzador saber que las familias cubanas reclaman sus títulos históricos y éstos poco a poco van regresando a sus legítimos poseedores en ejecución de sentencias, es decir, son reclamados ante los tribunales de justicia… ¡y ganan! Ya está bueno ya del monopolio de las Koplovitz. William Navarrete, un escritor cubano afincado en Francia, se ha ocupado en documentar este rescate del patrimonio nobiliario cubano, primero en 2020 con los marquesados de Almendares, Bellavista y Campo Florido, reclamados por doña María Elena de Cárdenas (q. en la paz del Señor descanse) y ocupados desde febrero de 2023 por su hijo don Luis Alfredo de la Vega y de Cárdenas, por real carta de sucesión. Navarrete documenta también los felices regresos del marquesado de Arcos, y los condados de Casa-Bayona y Santa María de Loreto sobre la cabeza del cubano Eduardo Martínez DuBouchet.
Para que se tenga una idea de la importancia de Cuba como parte de España, en 1709 la Corona autorizó la creación de la Real Maestranza de Caballería de la Habana, la única en América, que se suma a las tradicionales de Ronda (1573), Sevilla (1670), Granada (1686), Valencia (1697) y Zaragoza (1819).
Desde 2006 y en con motivo de cumplirse el tercer centenario de su establecimiento, don Víctor Colón de Bonilla, conde Soderini, tuvo la inmejorable idea de restablecer dicha corporación nobiliaria con el propósito de fortalecer los lazos de cubanos y puertorriqueños con la hispanidad. Colón de Bonilla, español puertorriqueño, agenció la erección canónica de la maestranza, el Alto patronazgo de S.A.R. el duque de Braganza, hasta su creación corporativa, de la que tuve el inmerecido privilegio de ser su secretario y consultor heráldico. Rápidamente la idea fue traicionada y en España se creó una maestranza espuria, tan espuria y repulsiva que decidió admitir en su seno al embajador de la dictadura Gustavo Machín como maestrante de honor. Pero ya tú me conoces, tú sabes que yo no me quedo callado, y protestamos en la medida en que pudimos.
Y me fui del tema…, como Matías Pérez… sin regreso…, seguimos, a lo mejor nadie se da cuenta.
No quiero repetir monsergas, pero Pepe Antonio era un español de Cuba, alcalde mayor de Guanabacoa, ¿te parece que este es un español de 4ª? ¿También era un español de 4ª don Francisco de Albear y Lara, cruz laureada de San Fernando? Por cierto, fieles a ese principio incólume de la gozadera eterna, en 1953, la Sonora Matancera estrenó un son dedicado a Pepe Antonio, interpretado por la grandísima Celia Cruz, aquí te lo dejo por si le quieres echar un vistazo. Es pegajoso.
¿Podría parecer irreverente hacerle una rumba a un muerto? Quizá. Y venga esa irreverencia, esa burla risueña, ese ¡te jodes! a la inexorable muerte, si total, en el último cuarto hay son.
Las bisabuelas
Aunque ya lo publiqué aquí y muy recientemente, y como esto en definitiva este boletín no lo lee ni Dios, me puedo permitir el ocasional pecadillo venial de la vanidad, porque no todos los días uno recibe elogios de la bella Estela Marina, directora general del Grupo Aristeo, pero al margen del regodeo de escucharla pronunciar mi nombre, quiero destacar aquí algo que los cubanos pasamos por alto.
La legislación española vigente a partir de la segunda mitad el siglo XIX en materia de extranjería establecía que la mujer española perdía su nacionalidad al casarse con extranjero. Y muchos cubanos que desean obtener su nacionalidad española en virtud de la ley de Memoria democrática (LMD) sienten que estarían invalidados porque su ancestro es una española peninsular casada con un español insular. Vaya por delante que es tan español es uno como el otro, pero la vigente jurisprudencia española es lastimosamente discriminatoria en detrimento de los españoles de Ultramar, que no solamente fueron despojados de su nacionalidad de origen, sino que es escandaloso que a día de hoy, el máximo órgano judicial del reino no tenga el tino, la entereza, ni la honestidad intelectual de reconocerles esa condición que perdieron por causas ajenas a su voluntad y en contra de la Constitución española.
La ciudadanía cubana existe a partir de 1902, porque como categoría jurídica depende de la existencia del Estado cubano, dicho de otra manera: existe la ciudadanía cubana porque existe un Estado cubano. Y claro, para España, los ciudadanos cubanos somos extranjeros, pero no antes de 1902. Antes de 1902 los naturales de Cuba eran ciudadanos españoles y por lo tanto, el matrimonio ocurre entre nacionales y no hay pérdida de ciudadanía.
El olvido de los naturales de la España ultramarina no es un asunto menor, incluso en España, cuyo Tribunal Supremo dictó una extraña sentencia que desde 1999 niega a los naturales de Cuba y Puerto Rico esa condición, al equipararlos a los naturales del Sáhara español. Pero aún considerando que no lo fueron, los naturales de Cuba y Puerto Rico antes de 1898 no son extranjeros, por lo tanto, la española peninsular nunca perdió su condición de española y la transmitió. Es decir, no se satisface ninguno de los apartados contemplados en el artículo 1 de ninguna de las dos normas jurídicas que durante el siglo XIX regulan la extranjería en España.
A Estela Marina y al equipo de Grupo Aristeo vaya mi agradecimiento, porque siempre nos ha brindado apoyo y cedido sus tribunas para darme un voz y llegar a más personas, porque mire usted, si además de reconciliarnos con nuestra historia, los cubanos podemos acceder a la libertad y al primer mundo y dejar atrás la miseria del comunismo, y lo hacemos de la mano de España, que es nuestra casa, sería en verdad la felicidad más cumplida.
Excelente Aportación de Cuba Española