El Tratado de París de 1898 representó una violación flagrante de los principios de justicia y legalidad al imponer una desnaturalización masiva y forzosa de los ciudadanos españoles residentes en Cuba y otros territorios. El artículo IX del tratado despojó a millones de personas de su nacionalidad sin su consentimiento, dejando a muchos en una situación de apatridia de facto, ya que el nuevo Estado cubano no estaba formalmente establecido en ese momento. Resaltó que esta acción, al no garantizar mecanismos accesibles para que los afectados pudieran optar por conservar su nacionalidad española, contradice principios básicos que hoy son reconocidos en el derecho internacional, como el derecho a la nacionalidad y la protección contra la apatridia. Este acto de desnaturalización forzosa fue un abuso de poder de las potencias negociadoras y constituye una anomalía histórica que debe rectificarse para reparar los daños legales y humanos que aún persisten. Más información en nuestra web.
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